Mostrando entradas con la etiqueta bonarea. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta bonarea. Mostrar todas las entradas

jueves, 21 de febrero de 2013

Torpeza es mi segundo nombre

Hoy me siento locuaz. Hoy quiero contaros muchas cosas.

Hoy quiero confesar que mi torpeza es cada día mayor. No sé muy bien por qué, quizás me acerco a edades más complicadas. ¿Quién sabe?

Últimamente percibo en mi que no estoy fina. Cosas que no habían supuesto un problema ahora se me antojan titánicas labores.

Comenzaré por lo que me pasó el otro día en el BonÁrea. Creo que en Madrid había uno en el barrio de la Prospe, pero para que los que no lo conozcáis, se trata del super más cutre que he visto jamás. Dia% es Sánchez Romero a su lado. El caso es que tienen muy buenos precios y funcionan como cooperativa que vende al gran público, como yo.


Extreme excursion a BonÁrea

Los buenos precios son incompatibles con meter el carro o la bolsa, así que dejé mis pertenencias en una taquilla de esas. Cuando salí era incapaz de abrirla, y al final tuvo que venir el cajero, con un evidente retraso mental, que me sacó del atolladero, ante la mirada de las personas de la cola. Me sentí muy MONGA. Y si llega a ser el otro cajero, el más antipático del mundo, seguro que me mete una hostia. Pero seguiré yendo, me gusta su fuet de pavo.

Siguiendo esta tónica maruja, el otro día fui al Caprabo-Eroski, arriesgando mi vida ante la posibilidad de comer carne de burra vieja. Intenté atar mi carrito ROLSER a las movidas esas para que no te lo roben, y me di por vencida. Lo dejé en modo "PARECE QUE ESTÁ ATAO", pero no lo estaba, ¡era un burdo engaño! Por supuesto, me di la vuelta y allí tenía a toda la cola del Caprabo observando mis operaciones.

Él no tuvo la culpa
Vamos, que me sacan del Alcampo de la Vaguada y me siento en pelotas. Yo, que tengo carrera...

Otra cosa que me hace muy incompetente es que por primera vez le tengo miedo a un garaje. Nuestra plaza de garaje, tan barata y cercana, es para mi un suplicio de giros, estrecheces y rayajos en mi Toyota.

Ahora que lo pienso, todo tiene que ver con cosas que transportan otras cosas. No me quiero ni imaginar si algún día me diera por pillar la tan barcelonesa bici, o la moto, muy de aquí también. Y eso que teóricamente sé llevar las dos. Pero mi destino aún no está escrito, soy demasiado joven para morir y desde luego no me la pienso jugar. Quiero que mi amor disfrute de mi, aunque sea un año más.


Mira que tengo un Bicing al lado de casa...pues es que ni loca me monto yo ahí. Ayer oí frenar a una de estas bicis, y mi sangre se HELÓ.

Motos, skaters, longboarders, patinadores, biciclistas, cacas de perro, niños con pelotas... la vida en Gràcia es bella, pero llena de obstáculos. Y estoy aquí para sortearlos y disfrutar de ellos.

Porque siempre puedes tomarte una buena merienda con tu chico al lado de casa, en La Nena, y volver a tener siete años. Y aquí da igual si eres torpe y te manchas: eso está bien visto aquí.